
Murió el papa Francisco: el pastor que quiso una Iglesia con olor a pueblo
Actualidad21/04/2025

Este lunes, en Roma, falleció a los 88 años el papa Francisco, primer pontífice latinoamericano, jesuita y argentino, marcando el fin de un papado histórico que, desde 2013, intentó acercar la Iglesia a los márgenes, sacudir estructuras de poder y devolverle a la fe un rostro más humano.
Jorge Mario Bergoglio fue más que el 266.º sucesor de Pedro. Fue un pastor que eligió llamarse Francisco como San Francisco de Asís, en un gesto que anticipó su estilo: austero, sencillo, volcado a los pobres y a la defensa de la creación. Su pontificado quedará grabado por el esfuerzo de reformar la Iglesia desde adentro, denunciando el clericalismo, luchando contra los abusos y promoviendo una mirada misericordiosa en temas sociales que durante décadas habían sido zona de silencio o condena.
Desde aquel 13 de marzo de 2013 en que apareció en el balcón del Vaticano pidiendo humildemente “recen por mí”, Francisco inauguró una era marcada por la proximidad y la compasión. Su estilo directo, a veces incómodo para los sectores más conservadores, lo convirtió en una figura tanto admirada como cuestionada dentro de la Iglesia, pero sin duda transformadora.
El hijo de inmigrantes que cambió la historia del Vaticano
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, hijo de inmigrantes piamonteses, Bergoglio creció en una casa modesta del barrio de Flores. De joven técnico químico, amante del fútbol y lector apasionado, sintió su vocación a los 17 años, y a los 22 ingresó al seminario. Luego se unió a la Compañía de Jesús, lo que lo marcó para siempre con la espiritualidad ignaciana, enfocada en el discernimiento, la humildad y el servicio.
Fue profesor, rector, maestro de novicios y provincial de los jesuitas en Argentina, cargos que lo vincularon con la educación y la formación de conciencia social. En la vida pública eclesial, se destacó como arzobispo de Buenos Aires desde 1998, y luego como cardenal. Allí se consolidó su fama de hombre cercano a los barrios, de palabra firme y estilo discreto. Ya en Roma, no quiso vivir en el Palacio Apostólico, sino en la residencia Santa Marta, un símbolo más de su forma de entender el poder espiritual.
Un papado de gestos, reformas y firmeza
Francisco fue el papa de los gestos: lavó los pies a presos y refugiados, abrazó a personas con enfermedades raras, y visitó favelas, cárceles y campos de refugiados. Pero también fue el papa de las reformas difíciles, como la reorganización de la Curia romana, el combate sin concesiones a los abusos sexuales dentro del clero, y la búsqueda de mayor transparencia económica en el Vaticano.
En su encíclica Laudato Si’, se erigió como uno de los líderes morales más influyentes en la lucha contra el cambio climático, hablando de “una casa común” que debe ser cuidada con urgencia. Y en el campo social, no dudó en condenar las políticas del descarte, la idolatría del dinero, la indiferencia ante los migrantes y las guerras.
Fue también un puente con otras religiones: mantuvo encuentros históricos con líderes musulmanes, judíos y ortodoxos, alentando el diálogo interreligioso como camino de paz en un mundo fragmentado.
Una voz profética en tiempos turbulentos
Papa Francisco.Foto: AFP
En cuestiones internas, Francisco propuso una Iglesia menos autoritaria y más sinodal, con laicos –y especialmente mujeres– con más espacio de participación. Aunque sus posturas sobre el sacerdocio femenino y otros temas no modificaron doctrinas, abrió discusiones que antes eran impensadas. Su apertura hacia personas LGBTQ+, su tono inclusivo y su rechazo a juicios simplistas marcaron una diferencia notoria con sus predecesores.
A lo largo de su papado, enfrentó resistencias. Algunos sectores conservadores lo acusaron de “papa populista” o de relativizar enseñanzas. Pero Francisco se mantuvo firme: hablaba con libertad, sin temor al disenso. Su liderazgo fue, ante todo, el de un hombre de fe que no quiso una Iglesia poderosa, sino una Iglesia en salida, herida por estar junto a su pueblo.
El legado de un hombre sencillo
Francisco será recordado no solo como el primer papa del sur del mundo, sino como un pastor global. Alguien que caminó entre multitudes y soledades, que abrazó al otro sin preguntar a qué Dios rezaba, y que repitió hasta el final una frase que resume su vida entera: “La realidad se comprende mejor desde la periferia”.
Hoy, el mundo despide a un hombre que eligió no ser príncipe, sino servidor. Y la Iglesia, aunque de luto, queda con la huella profunda de un papa que soñó con una fe más abierta, más humana y más viva.
“Recen por mí”, pidió aquella primera noche. Hoy, millones lo hacen. Y dan gracias por su vida.
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