
El Edil Pablo Martíns nos cuenta detalles.
En una esquina del norte del Uruguay, donde el deporte ciclista se vive con pasión y se siente con el alma, se está escribiendo una historia de fe, lucha y milagro. La historia de un guerrero que, contra todo pronóstico, volvió a ponerse de pie: Juan Sinforoso, el Ciclista argentino del Team Fornara , ya se encuentra nuevamente en el Hospital de Artigas, atravesando los últimos kilómetros de una carrera que no estaba en el calendario, pero que exigió más que cualquier competencia: la carrera por su vida.
Han sido once días eternos, de angustia, de silencio contenido, de súplicas y oraciones. Desde aquella caída gravísima en la Cuarta Etapa de las 500 Millas del Norte, su nombre dejó de ser el de un simple competidor. Juan se transformó en símbolo. En cada calle de Artigas, en cada rincón del ciclismo regional, su lucha silenciosa fue seguida con el corazón en la mano.
Estuvo internado en GREMEDA, donde se libró la primera y más dura batalla. Y fue allí, en medio del dolor, que se forjó el milagro. Dios, la medicina y la fuerza inquebrantable de un deportista de alma, unieron fuerzas para lo que parecía imposible: Juan resistió, respondió, y volvió.
Hoy, de nuevo bajo los cuidados del Hospital de Artigas, se lo ve más fuerte. Rodeado del cariño de sus seres queridos y del calor de una ciudad que lo adoptó como propio. Porque desde el primer momento, los artiguenses no lo soltaron, y su familia agradece profundamente cada gesto, cada oración, cada palabra de aliento.
Ahora, lo más difícil ha quedado atrás. Y en el horizonte se asoma algo que emociona solo de pensarlo: la bici, el pelotón, la ruta y la vida retomando su curso.
Pronto, si Dios quiere, Juan volverá a lo suyo: pedalear con el alma y competir con el corazón, como lo hizo siempre. Y cuando cruce su próxima meta, no importará el resultado. Porque ya ganó la carrera más dura de todas.