

Según Fernando Savater la literatura, a diferencia de otras artes, suele impulsar al lector a corresponder al estímulo de la lectura, escribiendo. Por ese motivo, estamos nosotras escribiendo, a la par de lo que Alonso Quijano hubiera querido hacer, y Cervantes lo llevó a cabo. Nosotras con el Quijote y Cervantes con las novelas de caballería.


Aproximadamente desde los siglos XIV y XV, la literatura le dio voz a la mujer para que se definiera y bregara por lo que consideraba que le correspondía, por eso, no nos sorprende que, a comienzos del siglo XVII, Cervantes permita que Marcela diserte adoptando una postura de ribetes feministas. El Quijote elogió al héroe de la novela de caballería Tirante el Blanco. Por lo que rescató el libro para evitar que fuera a la hoguera, iniciada por el cura y el barbero para quemar los libros de caballería. Y, el propio Cervantes se declaró admirador de esta novela, publicada en el siglo XV, lo que nos hace pensar que, tal vez, representó una fuente de inspiración respecto a la valoración de la mujer.
El tema de la libertad, encarado desde el ámbito femenino, también se encuentra en “La gitanilla”, una de las doce novelas ejemplares de Cervantes. Preciosa, la protagonista, es una joven muy hermosa, además de inteligente y sagaz, que ante la concertación matrimonial declara:
“Puesto que estos señores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y que por tuya te me han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la más fuerte de todas, que no quiero serlo si no es con las condiciones que antes que aquí vinieses entre los dos concertamos (…) Estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere”.
Como podemos observar, la literatura compensa por lo que la realidad mezquina. Otro de los ejemplos mencionados es el episodio de Marcela y Crisóstomo, a continuación comentado por la profesora Teresa Escanellas.
Marcela
Por Teresa Escanellas
Celebramos el día internacional de la mujer y quisiera unirme a ese homenaje recordando un episodio de un libro clásico “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, al que comúnmente llamamos “el de la pastora Marcela”.
Estando Don Quijote con unos pastores de cabras (Caps.XII,XIII,XIV de la Primera Parte), llega uno de ellos con la noticia de la muerte de Crisóstomo, fallecido por el desamor de una joven pastora Marcela. Crisóstomo era un joven rico, buen mozo, estudiante de Salamanca, quien establecido en la región, era estimado por todos.
Este joven y un amigo se vistieron de pastores y comenzaron a vagar por montes y prados, asombrando a todos.
¿Qué había ocurrido para esa decisión tan drástica?
El joven se había enamorado de Marcela, quien también había decidido ser pastora, a pesar de poseer muchos bienes materiales además de una belleza asombrosa. Huérfana, y criada por un tío sacerdote, quien le prometió que la casaría solamente con su consentimiento, la muchacha nunca optó por ningún pretendiente. Eligió ser pastora y vivir en contacto con la naturaleza a pesar de que muchos jóvenes, deslumbrados por su hermosura se enamoraron de ella persiguiéndola con versos y declaraciones de amor que ella no incentivó, ni aceptó.
Cuando los amigos de Crisóstomo lo están enterrando en el lugar determinado por el joven ( cuando vio por primera vez a Marcela), ella aparece y provoca la ira de los presentes y es en ese momento en que ella pronuncia un discurso, defendiendo su inocencia con respecto a aquella muerte y su libertad de elección.
Se trata de una perfecta pieza oratoria en la que se efectúa una encendida y apasionada defensa de los derechos de la mujer en una época en la que ésta se encontraba sometida, primero a su padre y después, a su marido, al que siempre elegían sin su consentimiento.
Marcela no acepta la responsabilidad por la muerte de Crisóstomo. No reconoce que su hermosura sea la causa y lo demuestra con agudos razonamientos que terminan por ser argumentos irrebatibles. Destaca que el amor debe ser voluntario y no forzoso. Pero el punto principal de su discurso está en su derecho a elegir la senda que quiere transitar en su vida: ”Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos”.
Marcela no eligió el camino del amor, de la familia, de los hijos sino la vida apartada en contacto con la naturaleza. Aunque parezca extraño y haya buenos hombres que la amen y quieran formar una familia con ella, la joven exige que se respete el modo de vida que eligió. Con dos metáforas se define: “Fuego soy apartado y espada puesta lejos”, porque no quema ni corta a quien se mantiene a distancia.
Con respecto al joven muerto, aclara que lo desengañó con palabras, expresándole claramente su decisión de vivir en soledad. Aun así él insistió, por lo que la culpa de su sufrimiento está en su terquedad y en su obsesión, no en ella.
La fuerza de su discurso sorprende en este 2024 e imaginemos cómo habrá sido sentido en la época de Cervantes (fines del XVI principios del XVII),seguramente provocó fuertes sacudidas.
“Tengo libre condición y no gusto de sujetarme, ni quiero ni aborrezco a nadie, no engaño a éste, ni solicito a aquel, ni burlo con uno, ni me entrego con el otro. La conversación honesta de las zagalas de estas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretienen, tienen mis deseos por término estas montañas y si de aquí salen es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera.”
Pensemos en la modernidad de estos conceptos expuestos hace tantísimos años:
1. Cervantes a través de un personaje femenino, defiende el derecho de la mujer a elegir su camino de vida, aunque este fuera contrario y opuesto a lo que la sociedad y la tradición establecían.
2. Una mujer emite un discurso racional y proyecta la idea cervantina de libertad individual unida a la presencia armónica de hombre- naturaleza-
3. Una mujer transmite que el amor a la libertad es un valor inalienable según Cervantes.
Cuando se retira, después de pronunciar su discurso, algunos hombres intentan seguirla, pero nuestro Don Quijote, defensor del bien y la verdad, con voz alta y firme, la mano en la espada, se impone: ”Ninguna persona de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la hermosa Marcela so pena de caer en la furiosa indignación mía”.
Quijote siempre actúa de acuerdo a sus principios, el llamado caballero de la triste figura defiende la libertad de la mujer a administrar sus sentimientos porque como lo dirá en la segunda parte de su obra: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida, y por el contrario el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
¡No me digan que los clásicos son anticuados!


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