

El tiempo avanza con una sutileza casi imperceptible, pero de repente, un día nos damos cuenta de que el otoño ha llegado a nuestras vidas. No sabemos exactamente en qué momento ocurrió, ni cómo fue que los años se nos escaparon de las manos. Ayer éramos jóvenes, llenos de energía, con la ilusión de que el futuro era una promesa infinita. Hoy, nos miramos al espejo y encontramos señales de ese trayecto recorrido: canas, arrugas, el cuerpo que ya no responde como antes, la necesidad de una pausa en la mitad del día.


Es inevitable preguntarnos: ¿cómo llegamos hasta aquí tan rápido? La juventud, que alguna vez sentimos eterna, quedó atrás. Los amigos con los que compartimos risas, sueños y noches interminables ahora enfrentan, como nosotros, el peso de los años. Algunos se han ido, otros siguen cerca, pero en cada uno de ellos podemos notar el mismo cambio. Antes éramos los que mirábamos con distancia a los “mayores”; hoy, nos damos cuenta de que somos nosotros quienes ocupamos ese lugar.
Sin embargo, más allá de la nostalgia, el otoño no es solo pérdida. Es también la oportunidad de valorar lo que se ha vivido, de reconocer que cada momento, cada elección y cada historia forman parte de lo que somos hoy. Es un tiempo de cosecha, de mirar atrás y sentir gratitud por lo bueno, por lo aprendido, por los amores que nos han acompañado, por las amistades que han resistido los años.
Pero también es un llamado de atención: la vida no espera. Si aún hay algo que queremos hacer, si hay palabras que debemos decir, si hay sueños que dejamos postergados, el momento es ahora. No podemos detener el tiempo, pero sí podemos decidir cómo aprovechar lo que nos queda.
No se trata de lamentar lo que ya no es, sino de aprender a vivir plenamente lo que todavía tenemos. De compartir más con quienes amamos, de reír sin miedo, de agradecer cada día. Porque al final, lo que quedará no será lo que acumulamos, sino lo que dimos, los recuerdos que dejamos en los demás, las huellas que imprimimos en el corazón de quienes nos rodearon.
El otoño de la vida llega para todos, y pasa aún más rápido de lo que imaginamos. Pero mientras estemos aquí, tenemos la oportunidad de hacer de este viaje algo único y significativo. Como bien dice la reflexión: la verdadera riqueza no está en lo material, sino en la salud, en el amor compartido, en los momentos vividos.
Así que, si tienes un viejo amigo con quien recordar los buenos tiempos, si tienes palabras pendientes para alguien que quieres, no esperes más. El otoño es un recordatorio de que la vida sigue, pero también de que cada instante cuenta. Y la mejor manera de honrar el tiempo que nos queda es vivirlo con intensidad, con amor y con gratitud.


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DEPARTAMENTO DE PRENSA Y RELACIONES PÚBLICAS COMUNICADO DE PRENSA Nº 300/2025













