Cuando dejas de prestarle atención al circo, se Acaba el Show

Editorial

Actualidad11/10/2024RedacciónRedacción
DIARIO TABLET foto web

En tiempos donde el ruido es constante y la distracción parece ser la norma, recordar la frase de Mario Benedetti, “cuando dejas de prestarle atención al circo, se acaba el show”, resulta un acto de resistencia. Esta afirmación, sencilla pero poderosa, encapsula una verdad que trasciende contextos: el espectáculo solo continúa mientras tenga público.

Hoy en día, el “circo” no es necesariamente un espectáculo de carpas y trapecistas. Es, más bien, el ruido de la política mediática, la proliferación de noticias falsas, el despliegue de personalidades que buscan la polémica fácil y los escándalos que capturan la atención pública para desviar la mirada de lo verdaderamente importante. Es una maquinaria que se alimenta de nuestra atención y, sobre todo, de nuestra credulidad.

Benedetti nos recuerda que tenemos el poder de apagar ese circo. Cuando elegimos no participar, no prestar atención ni dejarnos arrastrar por las luces de ese show, dejamos de ser parte del juego. Y al hacerlo, debilitamos el espectáculo y recuperamos una cuota de control sobre nuestra realidad. En una era donde los medios de comunicación y las redes sociales construyen sus narrativas en función de la cantidad de “me gusta”, de visitas y de visualizaciones, el acto de mirar hacia otro lado no es solo un gesto pasivo, sino un acto de poder.

La atención es un recurso finito. No podemos permitirnos el lujo de desperdiciarla en aquellos que buscan distraernos de lo que importa. En cambio, debemos dirigir nuestra atención hacia los problemas reales, hacia las historias que importan, hacia las voces que son a menudo ignoradas en medio del ruido. Elegir conscientemente en qué queremos invertir nuestra atención es, en esencia, una forma de ejercer nuestra libertad y de resistir al control que intentan imponernos.

La frase de Benedetti nos invita a una reflexión crítica. El “circo” seguirá existiendo, pero su poder se diluye cuando nosotros dejamos de participar. Entonces, el verdadero reto radica en decidir cuándo y a qué le damos nuestra atención. Y así, quizás, un día logremos que ese show se disuelva, dejando espacio para lo auténtico y lo esencial. Porque al final, el verdadero poder no está en el circo, sino en quien decide a qué espectáculo asistir.

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