

En nuestra Sociedad de hoy todos los días estamos presenciando ataques contra el honor de los conciudadanos. Parece que ahora se ha vuelto natural o lo normal.
A diario personas padecen ataques en las redes sociales y otros medios de comunicación como la radio y la TV. Desde que inventaron el Facebook estamos presenciando las fofocas y ataques a personas sin ningún tipo de mesura o escrúpulos. Parece que nunca enseñaron en la Escuela que la libertad de expresión tiene límites y que existen delitos tipificados en el Código Penal patrio llamados Difamación e Injurias, consagrados allí en los artículos 333 y 334 respectivamente.
Hoy cualquier persona escudada en un simple teléfono celular u otro dispositivo electrónico se anima a difamar a otra. Algunos usan mayor cobardía al construir perfiles falsos y con eso se valen para escrachar a su conciudadano.
Nadie los detiene porque da la sensación de que en el Uruguay esa práctica se ha naturalizado, se ha vuelto moda y si no opinas ante un hecho de interés público quizás sos un aburrido. No me refiero a la Ley de Prensa, esa norma fue objeto de abordaje en otro momento. Me refiero a las publicaciones populares que no piden permiso a nadie.
Considero muy sano en nuestra Sociedad y para el fortalecimiento de la Democracia de que las redes sociales sean utilizadas para las discusiones sanas y encendidos debates al más alto nivel; eso sin dudas le haría bien a nuestro pueblo. Pero lamentablemente esa herramienta está siendo mal usada. Porque además hay algo muy interesante: parece que mencionado delito no existiera porque la Justicia en el Uruguay rara vez formaliza a algún ciudadano por difamar a un conciudadano. Quizás por la falta de recursos humanos la Fiscalía General de la Nación no se esmera en trabajar por erradicar este delito.
La Constitución de la República, en su artículo 7 consagra nuestros Derechos Fundamentales. Entre ellos está el Derecho al Honor, y que conste que está mencionado en 2º lugar después del derecho a la Vida. Si será importante. Pero ha sido muy desvalorado ese derecho fundamental.
Dentro de los valores que marcan la esencialidad y dignidad de la persona en su integridad está el honor que consiste en el aprecio de la propia dignidad. El honor refiere a la reputación, el buen nombre y el prestigio del sujeto en el medio social en que vive. De su fama dependen, en parte sus posibles triunfos laborales o empresariales. Honor en esencia es la valoración que otros hacen de la valía ética, social o intelectual de un sujeto o una institución. La injuria tiene lugar cuando se desacredita o se deshonra a una persona mediante palabras, escritos, dibujos, difundidos al público en general.
Los medios masivos de comunicación suelen ser los instrumentos que derivan a la injuria en una atentado contra la persona, y en cuanto daño será punible resarcible. La entidad del daño puede estar marcada por la mayor o menor divulgación de la Injuria, la situación personal del afectado, y demás circunstancias del caso.
El jurista De Cupis (Obra: I Diritti della personalitá – Milán 1983, pág. 252) define al honor como la dignidad personal reflejada en la consideración de los terceros o el sentimiento de la persona misma.
Zavala de González (Obra: Resarcimiento del daño, Bs As, 1999. T. 2, Pág. 316) aclara que la protección al honor refiere no solo a aspectos morales, como supone, por ejemplo, el injuriar a alguien, sino que puede abarcar otros aspectos que también afectan al honor sin ser estrictamente morales, como decir, por ejemplo que se es un mal médico o un mal abogado, o un mal docente, o en definitiva mala persona.
Se puede afectar un honor moral, político, intelectual, social, económico. El honor se protege de todas las personas con prescindencia de que ésta tenga o no las condiciones éticas, morales, profesionales que se le cuestionan. Toda persona tiene derecho a ser respetada sea cual sean sus bondades personales.
En esencia el honor es la percepción que tiene el sujeto de su propia dignidad personal, reflejada en la consideración de terceros o en la opinión pública que surge de la valoración de su ser y actuar en sociedad.
En definitiva, el honor pone en juego la autoestima y el prestigio que una persona supo captar en el medio socioeconómico, político y cultural en que vive. El buen hombre en el ámbito social es el resultado de una buena conducta ante terceros. Se considera lo que uno siente de uno mismo (autoestima) y lo que los demás lo ponderan (prestigio).
Por todo lo expresado invito a los queridos lectores que reflexionemos sobre este flagelo que estamos viviendo en Sociedad. A usted le ensucian su nombre y su prestigio y no pasa nada. Debemos trabajar por revertir esa situación.



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