¿Qué es la Globalización?

Opinión04/11/2023 Por Dr. Daniel Volpi Avedutto
Daniel Volpii
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Una gran pregunta que me han hecho niños de escuela, liceales y hasta universitarios. Se trata de un fenómeno de nuestro tiempo, de los últimos años. No es fácil responder la interrogante, ese tema abarca muchos aspectos; hay quienes lo enfocan solamente en el plano económico pero va mucho más allá de ello, y nuestro departamento no escapa a ello.

    La generación de mis abuelos presenció la era de las invenciones y mi generación está viviendo la era de las innovaciones. Ahora tenemos Internet, TV de bolsillo, teléfono celular, las redes sociales, etc. Estas innovaciones tecnológicas rompen las barreras del tiempo y del espacio. Del tiempo, en la medida en que, en una cinta de video o DVD o con algo más sofisticado como el You Tube podemos ver “viva” a una persona que ya murió. Del espacio, porque lo que pasa en el Medio Oriente hoy allá en Israel y Palestina entra por la TV a la sala de nuestra casa.

    El ex presidente José Mujica en un reportaje para diario “El Observador”, en 2001, decía que imaginaba a Uruguay como un pequeño barco que debe navegar en un inmenso Océano, el de la Globalización. Afirmaba que negar la Globalización era como oponerse a la ley de la gravedad. El viento es la Globalización, manejar la vela es la parte que nos corresponde. Por lo tanto, la navegación jamás puede ser en línea recta, porque no podemos manejar el viento, tenemos que zigzaguear. Pero una cosa es navegar y otra cosa es flotar. Esto decía usando metáforas.

    Según el politólogo uruguayo Juan Carlos Doyenart, cuando hablamos de Globalización pensamos exclusivamente en términos económicos, posiblemente porque ésta es la dimensión más importante, de la que todos hablan y a la cual los críticos del tema intentan reducir. Sin lugar a dudas, una de las características básicas es la libre circulación de capitales, para los cuales ya no existen fronteras, ni leyes, ni decretos que los controlen. Es en parte el paraíso capitalista, donde se distingue entre el lugar de inversión, de producción, de declaración fiscal y de residencia.

    Con la Globalización, los empresarios pueden actuar más allá de los sistemas políticos, que ya no podrán ejercer libremente sus controles estatales sobre estos capitales, y donde el trabajo se puede repartir libremente por todo el Mundo. Los poseedores del capital podrán invertir donde los costos de producción sean más bajos, podrán realizar sus declaraciones fiscales donde los impuestos sean menores, podrán colocar sus utilidades donde se paguen los mayores intereses y exista el secreto bancario y podrán vivir donde más les agrade. 

    Cabe preguntarse si la Globalización es positiva o no. Según el periodista brasileño Frei Betto, por un lado sí es positiva, porque gracias a ella las guerras entre naciones se vuelven más difíciles. En nombre de la Democracia, asesinan niños y torturan sin escrúpulos, y todo es exhibido en el horario de mayor audiencia. La Globalización tiene sus luces y sombras. Destruye las culturas propias de cada pueblo y nación, corroe los valores étnicos y éticos, privilegia la especulación en detrimento de la producción.

    Por otro lado, vuelve más vulnerable al Capitalismo. Hoy, una caída en la Bolsa de Valores de Nueva York repercute en todo el mundo. Bajo la avalancha electrónica que reduce la felicidad al consumo, entramos por callejones sin salida, por ejemplo la tendencia a imitar y se dice: “lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para Uruguay”.

    Pero la Globalización tiene sus luces, por ejemplo, a Pedro Alvarez Cabral le costó 43 días para venir de Portugal a Brasil. Hoy el viaje en avión dura 9 horas. En el siglo XIX, la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, demoró 4 años para llegar a América Latina. Hoy vemos instantáneamente lo que sucede al otro lado del mundo.

    Los ejecutivos del mundo de los negocios acumulan más poder que los políticos del Parlamento o del Poder Ejecutivo. Hay también una globalización de la pobreza: los países industrializados del Norte del Mundo albergan menos de un cuarto de la población mundial y consumen un 70% de la energía del Mundo, un 75% de los metales, un 85% de la madera y un 60 % de los alimentos, según informó la ONU hace unos 10 años. Del otro lado del Mundo, más de mil millones de personas sobreviven con menos de 1 dólar por día.

    Mientras en algunos países se deben arrancar cultivos para quemarlos y evitar así el exceso en la producción, otros países padecen hambre. Recuerdo haber leído un informe de Desarrollo Humano hace poco tiempo donde decía que el consumo de proteínas en Francia era de 120 gramos diarios por persona, mientras que en Mozambique el consumo en proteínas era de 32 gramos. Si miramos el tema de la Comunicación, mientras hay pueblos que cuentan con 1 teléfono cada 100 habitantes, hay otros que cuentan con 1 teléfono por cada millón de habitantes y de esa forma hay personas que mueren de viejos sin haber hecho 1 sola llamada en su vida.

    Viendo esa situación de los países pobres, debemos sentirnos orgullosos y contentos de vivir en Uruguay. La Globalización tiende a destruir un valor importante: nuestra identidad como nación. Un uruguayo no es igual a un norteamericano o a un chino. Cada pueblo tiene sus raíces, su cultura, sus costumbres, su modo de encarar la vida y esto debemos preservarlo.

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