Drogas

Opinión27/06/2024 Dr. Daniel Volpi Avedutto
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Se trata de un flagelo que existe en la sociedad uruguaya desde hace muchos años y que viene avanzando con el paso del tiempo. Viene perjudicando la salud de los ciudadanos que las consumen llevándolos hasta una muerte prematura. Como efectos ha destruido a familias enteras.

    En palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “Droga” es toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo. Además es una sustancia capaz de crear dependencia: sicológica, física, o ambas a la vez.

    Tenemos drogas legales como el alcohol, el tabaco y los sicofármacos; por otro lado tenemos las ilegales como la marihuana, la cocaína, la pasta base, el crack, el LSD, entre otras.

    Es muy triste ver en nuestro pueblo a los adictos que de forma desesperada gastan sus menguados ingresos adquiriendo drogas, o se desprenden de lo poco que tienen vendiendo sus pertenencias al primero que se le cruce y cuando ya no tienen cosas de su propiedad, ponen a la venta los objetos de sus familiares al bajo precio de la necesidad.

   Hoy propongo hacer un comentario y una reflexión, inspirado en informes de especialistas que conocen de cerca esta problemática, que no es de hoy pero que viene en crecimiento y está destruyendo a gran parte de la juventud uruguaya. 
   
   Reconozco todo el esfuerzo que viene realizando el comando de Narcóticos que busca terminar con esto, también reconozco los esfuerzos del Poder Judicial y la Fiscalía, así como también el dispositivo Ciudadela en nuestra ciudad, pero considero que este flagelo va desaparecer el día que se ponga en práctica el uso de un arma formidable llamada “Conciencia”, una conciencia que debe empezar por casa, en el hogar, desde la cuna. Luego esa conciencia se debe trasmitir en todos los centros de enseñanza ya sean públicos o privados, porque esta problemática afecta a todas las capas sociales, no existe solamente en los barrios marginados.

   Según el sicólogo uruguayo Juan Fernández el consumo de alguna sustancia ha sido natural y propia del hombre a lo largo de la historia y a través de todas las civilizaciones. Sin embargo, la adicción es otro cantar y nadie quiere ser adicto porque sí. El mencionado profesional se pregunta: ¿qué hace que una persona se vuelva adicta?. Desde el punto de vista sicológico, para él no hay respuestas definitivas. En términos generales, las víctimas de esa enfermedad comparten un rasgo sicológico clave: la falta de un proyecto de vida.

  Esto puede sucederle a cualquiera, en cualquier momento de su vida, pero en buena medida la adicción se desarrolla durante la adolescencia o la juventud, períodos relacionados con búsquedas de identidad.
 
    Hace 20 años, mientras cursaba el Consultorio Jurídico de mi Facultad, junto a mis compañeros tuvimos acceso a un completo informe realizado por Mariana Zabala, periodista del diario “El País”, quien escribió en la revista Paula Nº 137. Allí sostiene que la Junta Nacional de Drogas parte de la premisa de que el uso de sustancias se vuelve problemático cuando afecta una de las cuatro “áreas vitales” de los individuos: la salud física y síquica, las relaciones sociales primarias (familia, pareja, hijos), las relaciones sociales secundarias (laborales o de estudio), y las relaciones con la ley.

   Se habla de dependencia cuando la droga pasa a ser un eje central en la vida de la persona, que pasa todo el día procurando obtenerla y consumiéndola. En este punto, el organismo se ha habituado a la presencia constante de la sustancia de modo que precisa determinado nivel para poder “funcionar”. Si no lo consigue se produce el síndrome de abstinencia, un conjunto de síntomas físicos y mentales que aparecen al suspender abruptamente el suministro.

   Cuanto más rápida y mayor es la tolerancia del organismo a las drogas (es decir, su adaptación a ellas y su necesidad de ellas), mayor es el potencial aditivo y la dificultad de hacer un uso controlado de las mismas.

   El consumo de sustancias no siempre es sinónimo de adicción y sus efectos varían según su composición, su poder adictivo, la persona que la consume, la dosis, la forma en que ingresa al organismo y otro sinnúmero de variables.

   Este asunto debe ser prioridad en los programas de gobierno de todos los partidos políticos en este año electoral.

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