“La fuente más común de la desesperación es no ser quien eres” - Soren Kierkegaard
¿Qué está pasando? ¿Por qué el Uruguay es un país tan caro? Estas preguntas sobrevuelan el debate nacional y las respuestas no parecen ser tan claras. Se habla de competencia, oligopolio, posición dominante de ciertas empresas, aspectos regulatorios y cargas impositivas. Pero la realidad indica que todavía estamos bastante lejos de tener un diagnóstico real. Mucho se dice sobre este problema, pero en realidad no existe una conclusión unánime sobre sus razones y mucho menos, sobre las soluciones.
Para llegar a las mejores soluciones, debemos dar este debate con franqueza, de manera científica y teniendo el mejor diagnóstico técnico que nos permita identificar todas las aristas del problema. Debe discutirse sin prejuicios, con voluntad de cambio y siempre partiendo de la realidad de lo que ocurre. Por eso, resulta superficial y poco serio plantear un cúmulo de soluciones mágicas -como hace Delgado- para atender un problema que tiene sus complejidades.
Sin duda, la próxima administración deberá iniciar el camino para tratar este problema, que podría amenazar los resultados de un eventual crecimiento económico del país. Porque si crece la economía y eventualmente se logran mejores aumentos salariales, nada garantiza que estos se vayan a ver traducidos en un mayor acceso a los bienes de consumo. Si la contracara de los aumentos salariales es el encarecimiento del costo de vida, entonces las conquistas terminan cayendo en un saco roto.
A este respecto tenemos el antecedente de las gestiones frenteamplistas que no solo hicieron crecer la torta, sino que la repartieron de manera mucho más equitativa, donde el salario fue el instrumento para distribuir mejor las riquezas que produjo el país. Ese fue el diferencial de peso que permitió asistir a un ciclo de sostenido crecimiento y reparto más justo de la riqueza, permitiendo que la masa social mayor (trabajadores, jubilados y pensionistas), recuperaran el poder adquisitivo perdido durante décadas. Algo que se deprimió rápidamente durante esta administración, en la que -bajo el paraguas de la pandemia- se afectó a los sectores de ingresos fijos de manera desproporcionada para restituir, al final del período, a valores corrientes de 2019, sin recuperación alguna de lo perdido. Una medida que tuvo como lógica consecuencia, la afectación del mercado interno, sostenido exclusivamente por los mismos y principales afectados (trabajadores, jubilados y pensionistas).
El diagnóstico
Algunos estudios realizados identifican factores microeconómicos que tienen que ver con las decisiones sobre precios por parte de las empresas. Podría haber concentración monopólica u oligopólica de parte de algunos actores que participan en la cadena comercial. Este aspecto, sin lugar a duda, podría estar condicionando el alza de los precios. De hecho, al principio de esta legislatura promovimos un proyecto de ley que buscaba establecer límites a las grandes superficies y sistemas de pago a proveedores qué no se extendieran en el tiempo de forma abusiva. Lamentablemente, ese proyecto no prosperó y no logró tener los apoyos de sectores del oficialismo, hoy necesarios para votar las leyes.
Más allá de esto, volvemos al mismo problema: se necesita un diagnóstico serio.
Los uruguayos debemos conocer de primera mano cuales son los costos y los márgenes de gran parte de los productos que se ofertan en el mercado de bienes, en especial los que son de primera necesidad. Estos estudios son la única vía para identificar el problema en toda su dimensión. Para que se entienda, por ejemplo, debe saberse cuanto es el costo que tiene un intermediario cuando compra un producto, a cuanto lo está vendiendo y así determinar cuál es la ganancia que obtiene.
Uruguay necesita entonces crear una institucionalidad que se dedique a estudiar los costos y el valor agregado de toda la cadena de intermediarios. De esta forma, debe identificarse con claridad el costo, el margen y, por lo tanto, el precio final del producto. Esta política, podría estar dirigida en una primera etapa hacia los bienes de primera necesidad que conforman la canasta básica. Y a partir de ahí, -con un diagnóstico definido- se podrá trabajar sobre determinados sectores y segmentos de la población.
El diagnóstico debe explicarnos algunas cuestiones que no están claras y que hoy, gracias a la accesibilidad que hay sobre la información, pueden detectarse con facilidad. ¿Cómo se explica que ciertos productos que provienen de la industria nacional salgan más baratos en el exterior que en Uruguay? ¿Cómo puede ser que un producto uruguayo que tuvo como valor agregado el flete y su traslado a otro país (con cargas arancelarias en algunos casos) salga más barato en un supermercado de Santiago de Chile que de Montevideo? A esto nos referimos cuando hablamos de diagnósticos e insumos para el trabajo que luego deben llamarnos a la acción para actuar sobre la realidad.
Competencia y nueva institucionalidad
Todos sabemos que la promoción de la competencia, las políticas antitrust y el combate a la colusión tienen efectos importantes. Sin embargo, no podemos desconocer las dimensiones de Uruguay y sus posibilidades materiales. En una economía como la uruguaya hay muchas áreas donde no existen posibilidades reales de multiplicar los oferentes para lograr incrementar la competencia. Prometerlo implicaría fantasear sobre una realidad futura que difícilmente se concrete.
En este sentido, en ciertas áreas de la economía podría no haber espacio para más oferentes, lo cual conlleva naturalmente a la concentración y a la conformación de oligopolios. La tendencia natural del capitalismo es a la concentración, pero este problema se potencia mucho más en economías de escala pequeña como la uruguaya. Por eso, la información sobre los costos y los márgenes se vuelve fundamental para aplicar políticas dirigidas a actuar de diferentes formas sobre las ganancias y los márgenes cuando existen fuertes niveles de concentración.
Uruguay tiene una vasta experiencia en materia de discutir socialmente y de forma abierta sus problemas. Lo hace con el salario y de forma exitosa. De hecho, nadie discute la herramienta valiosa que son los Consejos de Salarios. ¿Por qué no sería posible que existiera un ámbito donde se discutan socialmente los costos, los márgenes y los precios finales de los productos? ¿No es posible en una sociedad como la uruguaya generar un ámbito donde todos los actores cooperen en aras de un objetivo común?
Resulta fundamental que se genere una nueva institucionalidad que se encargue de este problema. Que le transparente a la población la relación de costos, márgenes y precios para que esta también decida con información relevante donde comprar y como. Esta política deberá sumarse a otras medidas que tiendan hacia el mismo objetivo: reducir el costo de vida de los uruguayos. Un problema que siempre existió pero que lejos de mitigarse, se agravó muchísimos en los últimos años.
Es uno de los grandes desafíos del próximo gobierno.
Charles Carrera Leal
Senador de la República
MPP – Espacio 609 | Frente Amplio