

Este es el tercer artículo que dedicamos al tema “la familia”, porque entendemos que el problema es mucho más grave de lo que pensamos. Por qué no lo vemos así? Es que se ha vuelto cada vez más natural la ruptura de la familia, su fraccionamiento, los desencuentros, los enfrentamientos, los alejamientos…


Cada vez más vamos bajado los brazos y nos hemos entregado a la moneda de cambio, la fiesta, la irresponsabilidad, el hábito que nos ofrecen las luces, los fuegos artificiales, el modernismo, la tecnología. Conste que no estoy apuntando a ir hacia atrás, ni menos negar la enorme ventaja que ofrece el mundo moderno y los cambios han generado. Lo que necesitamos es darnos cuenta y avancemos buscando un equilibrio. Entiendo es claro, que la velocidad de la tecnología de estos últimos treinta años no es ni remotamente la velocidad de cambios biológicos, a los que seguiremos sumando más y más.
Todos encontramos en nuestros hijos, en nuestros nietos, en los niños de hoy, cuando los comparamos a nuestra niñez, o la de nuestros amigos y amigas de aquellos años, que nuestra capacidad de comprensión, nuestra inteligencia, es ridícula frente a la velocidad de respuesta de los niños de ahora y no terminamos de asombramos!!. Ellos/as manejan el mundo de la comunicación con una soltura y seguridad notables.
Cuando algo no lo pueden hacer, vuelven a intentarlo, buscan otras opciones, en fin, nos parecen superdotados. Y obvio que no lo son, son superestimulados. Es el mundo moderno, es el entorno tecnológico que ha dado un salto, dos, tres y lo que antes nos llevaba décadas, ahora cambia en semanas, en días. Es tan global la facilidad de las comunicaciones, las interrelaciones, que en instantes sabemos lo que pasa al otro lado del mundo.
Es esto bueno? Sí claro!. El tema es que nos juega en contra el tiempo que ya no se le dedica a las materias básicas, y que son eso: básicas. Lo que vamos viendo es que la sofisticación de los celulares, internet, películas, series, redes, grupos, etc, etc, la catarata de información que nos llega es tal, la globalización de los temas, nos ha llevado a sacrificar los tiempos biológicos personales, de interrelación y análisis. Todo es: ya, ahora.
Consecuencia: parecemos muy informados, pero no es así, los cientos de noticias que nos llegan por día es imposible procesarlas, estudiarlas, ampliarlas, profundizarlas. Tenemos necesariamente que confiar que lo que nos llega es veraz, que es real, pero la verdad es que detrás siempre hay “alguien” que está sesgando la información y nosotros estamos depositando en ese otro, que no conocemos, el poder de informarnos, de controlarnos, de manipularnos. Vivir a esta velocidad lleva a errores, más aún si no nos revisamos, y peor, si los validamos. Somos víctimas de la tragicomedia, la mentira, la manipulación y del engaño múltiple y a diario.
Quienes son los responsables de este mundo loco, loco!?. Pues si lo creamos y lo validamos, sin duda: nosotros. Pero, no todos de igual manera… El país todo, y cada uno de nosotros invertimos una millonada en la estructura del gobierno que elegimos y en sus políticos… Son nuestros representantes pagos especialmente para encontrar el mejor camino para el país. Acaso ese camino pasa por buscar y rebuscar detalles en lo que el otro erró para ensuciarlo y lastimarlo?. Es necesario? Es real? Acaso el país cambia algo si yo hablo mal del otro?.
Porqué un país que tenía la sana costumbre de hablar de política, de sentarse en familia, en rueda de amigos y pensar juntos, ahora no se puede hacer más?. Entramos nosotros también en la globalización del mal?. De donde sacamos tanto odio, prejuicios y fanatismos en donde nadie puede ceder un centímetro en sus ideas.
No tendremos todos que reflexionar sobre las necesidades de esta familia disociada, cada vez más fragmentada, donde son las emociones del mundo las que mandan que estemos separados, en vez de asumir que estamos creando una crisis para odiarnos. Acaso necesitamos otra guerra civil donde nos enfrentemos disputando nuestras razones y diferencias, nos matemos unos a otros, para los que sobrevivan terminen abrazados, sosegados, hermanados... O, como en esta última que solo duró una semana y llevamos cuarenta años llorando desaparecidos, torturados y enfrentados.
Por esto lo del inicio: “No será la hora…?”
Agradezco a los amigos de La Noticia la publicación de estas reflexiones.





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