Todos los días en los informativos vemos el déficit hídrico en el sur de nuestro país.
Ya en 2011 dijimos en una publicación de este diario que el agua dulce no es infinita y que deberíamos cuidar hasta la última gota de agua potable.
En Secundaria, en las clases de Química dictadas por la profesora Mónica Hebech aprendí que el agua es un recurso natural compuesto por moléculas de hidrógeno y oxígeno (H2O), que es indispensable para la vida.
El agua dulce es un bien considerado como el oro líquido del planeta y que hace posible que todas las especies terrestres continúen creciendo y desarrollándose cada día.
Se trata de un recurso limitado. En este sentido, según la ONU hace falta una mayor toma de conciencia para su preservación, porque si algún día llegara a escasear traería consecuencias irreversibles para la humanidad.
Uno de los temas centrales que ha ocupado a las Naciones Unidas es el relacionado con el cuidado y preservación del agua dulce en todo el mundo como parte del desarrollo sostenible y así ha quedado plasmado en la agenda 2030.
Según indican informes científicos, el 70 % del planeta está compuesto de agua, pero sólo el 2,5 es dulce. Sin embargo, de esta cantidad, tan solo el 0,007 % está disponible para consumo humano. Esto se debe a que el 69 % está congelado en los polos, el 30 % está como agua subterránea en los acuíferos y el 0,3 % en los ríos y arroyos. Esto deja en evidencia la importancia del agua dulce para la vida de todos los seres vivos, pero también su escasa disponibilidad en el planeta y la necesidad de proteger este recurso.
En los últimos años se ha venido notando un uso indebido y despilfarro del agua dulce debido a varias circunstancias, pero creo que las más importantes son: Un incremento en la explotación de los acuíferos, contaminación y cambio climático, las guerras que no solamente se limitan a conflictos políticos sino también a intereses particulares como el dominio de los recursos naturales y justamente uno de ellos es el agua.
En el Uruguay puntualmente se da un despilfarro desde la aparición de las papeleras; sí, esas obras faraónicas que se instalan a orillas de ríos de agua dulce; son hermosas obras y le dan mano de obra a muchos uruguayos y pagan bien, pero por otro lado nos perjudica por el alto consumo de agua dulce diario y en época de sequía nos va vaciando nuestros ríos, esas pocas reservas que nos quedan.
Hace unos días con mis alumnos de UTU estuvimos leyendo el artículo 47 de nuestra Constitución que consagra la protección del Agua. Pocos le dan lectura. Y tengo la convicción de que pocos políticos lo conocen. Esa mencionada norma constitucional en su primer inciso dice que la protección del medio ambiente es de interés general. Seguidamente en el inciso segundo de forma textual dice que el Agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al saneamiento constituyen derechos humanos fundamentales. Seguidamente ese artículo en su numeral 1 dice que la política nacional de Aguas y Saneamiento estará basada en: y ahí enumera una serie de literales muy importantes, entre otras cosas establece: “la gestión sustentable, solidaria con las generaciones futuras, de los recursos hídricos y la preservación del ciclo hidrológico que constituyen asuntos de interés general. Los usuarios y la sociedad civil participarán en todas las instancias de planificación, gestión y control de recursos hídricos; estableciéndose las cuencas hidrográficas como unidades básicas… .
El principio por el cual la prestación del servicio de agua potable y saneamiento deberá hacerse anteponiendo las razones del orden social a las de orden económico. Y seguidamente otro inciso dice: Toda autorización, concesión o permiso que de cualquier manera vulnere las disposiciones anteriores deberá ser dejada sin efecto.
Esta mencionada norma es clarísima. Se debe anteponer las razones de orden social a las de orden económico.
En Artigas todavía tenemos el privilegio de beber agua de la canilla en virtud del contrato de suministro con OSE. Cuidemos ese privilegio evitando el despilfarro y valorando hasta la última gota que libere nuestra canilla.