En los polos

Por fútbol, por ideas políticas, simplemente por pensar diferente, la gente que se polariza, tanto en nuestra ciudad, como en la sociedad en general es cada vez más preocupante. 
Nos estamos acostumbrando, e incluso, acostumbrando a los jóvenes,  a construir muros invisibles entre quienes piensan diferente…
Y lo peor de todo, es que estos muros, que en realidad existen solamente en nuestras cabezas adultas, se construyen, muchas veces con diferencias mínimas. Casi irrelevantes…y no voy a ser específico, el mensaje es bastante claro.

Es como si estuviéramos condenados a vivir en cuevas ideológicas, y fuéramos incapaces de escuchar otra perspectiva. Estás en el polo norte o en el sur, no hay puntos intermedios. Y allí está el extremismo al acecho.
Estamos dejando de lado el diálogo, la construcción, paso a paso, lo abandonamos.

Y eso, nos lleva a reacciones desproporcionadas ante temas que, en realidad, no nos afectan tan directamente.

Nos volvemos activistas de causas que no hemos investigado a fondo, solo porque pertenecen a nuestro “bando”. Y es en este punto donde la empatía y la razón parecen desvanecerse, reemplazadas por la indignación y la división.

¿Cómo llegamos a eso? 
La historia, no muy lejana, de acá y de mas allá, nos ha enseñado lo peligroso de los extremos.

Y hay muchos, muchos factores que contribuyen a eso.
Las redes sociales, con algoritmos invisibles refuerzan nuestras creencias, y donde la disidencia es silenciada.
La falta de educación cívica ayuda, pero, sobre todo, se sustenta un miedo clásico y profundo, que no es nuevo, a la incertidumbre y a lo desconocido.
Es más necesario que nunca, volver a escuchar, a dialogar, a ponernos de acuerdo, a valorar las diferencias y a buscar puntos en común. 
La diversidad nos enriquece, y sobre todo enriquece el debate de una idea.

Nelson