

La salud mental se ha convertido en uno de los desafíos sanitarios más urgentes y complejos del Uruguay contemporáneo. A pesar de avances en políticas públicas, la realidad muestra que aún persisten importantes barreras de acceso, estigmas sociales y carencias estructurales que afectan el bienestar emocional y psicológico de miles de ciudadanos en todo el país.
Este informe busca ofrecer una visión integral del estado actual de la salud mental en Uruguay, sus políticas, cifras recientes, principales problemáticas y el rumbo necesario para avanzar hacia un sistema más humano, accesible y eficaz.
UNA PROBLEMÁTICA EN CRECIMIENTO
En los últimos años, los datos oficiales muestran un aumento sostenido de los trastornos de salud mental en Uruguay. Según el Ministerio de Salud Pública (MSP), uno de cada cuatro uruguayos ha experimentado algún problema de salud mental a lo largo de su vida, siendo los más comunes la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático y los trastornos vinculados al consumo problemático de sustancias.
En adolescentes y jóvenes, el fenómeno es especialmente alarmante. Diversos informes del SINAE y el Observatorio Nacional de Salud Mental y Consumos Problemáticos revelan un incremento de la ideación suicida y los intentos de autoeliminación, así como el uso creciente de psicofármacos sin control profesional.
Uruguay mantiene una de las tasas de suicidio más altas de América Latina. En 2024, se registraron más de 740 muertes por suicidio, una cifra que duplica los fallecimientos por accidentes de tránsito en el mismo período. La mayor incidencia se concentra en hombres mayores de 65 años y jóvenes entre 15 y 29.
UNA REFORMA EN MARCHA: LEY 19.529
Un hito clave en el abordaje de esta problemática fue la promulgación de la Ley de Salud Mental (N.º 19.529) en 2017, que estableció un nuevo paradigma basado en los derechos humanos, el enfoque comunitario, la atención integral e interdisciplinaria y el cierre progresivo de los hospitales psiquiátricos monovalentes.
La ley promueve el modelo de atención comunitaria, buscando sustituir el encierro en instituciones por el acompañamiento social y sanitario desde dispositivos territoriales. También plantea la creación de casas de medio camino, hospitales de día, unidades móviles de atención y servicios integrados de salud mental en los prestadores públicos y privados.
Sin embargo, la implementación ha sido lenta, desigual y parcialmente cumplida, según reconocen tanto organizaciones sociales como el propio Estado. La Comisión Nacional de Salud Mental ha denunciado demoras en el cierre de colonias psiquiátricas, falta de recursos humanos especializados y escasez de centros de atención descentralizados, especialmente en el interior del país.
INFRAESTRUCTURA Y ACCESO: UNA REALIDAD INSUFICIENTE
Actualmente, Uruguay cuenta con pocos servicios públicos especializados en salud mental fuera de Montevideo. Los hospitales monovalentes como Vilardebó, Santín Carlos Rossi y Colonia Etchepare, si bien aún operan, enfrentan condiciones edilicias obsoletas y una saturación crónica de pacientes.
En el interior del país, las familias muchas veces se ven obligadas a trasladar a sus seres queridos a Montevideo para recibir atención especializada, lo que implica un gran esfuerzo económico y emocional.
En tanto, los servicios de salud mental de ASSE y de los prestadores privados mutuales, en general, cuentan con escasos psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales. Los tiempos de espera para una consulta pueden superar los dos o tres meses.
EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN Y LA PREVENCIÓN
Un componente crucial que aún no ha sido abordado con suficiente fuerza es la educación emocional y la prevención en el sistema educativo. La inserción de psicólogos en los centros escolares y liceales es aún muy limitada, y la formación docente en temáticas de salud mental es insuficiente.
Expertos y organizaciones como REMSUR (Red de Salud Mental del Uruguay) insisten en que es necesario incorporar herramientas de autocuidado, contención, regulación emocional y cultura del diálogo desde la infancia. También se reclama una mayor articulación entre los servicios de salud y el sistema educativo.
CONSUMOS PROBLEMÁTICOS Y SALUD MENTAL: UN BINOMIO CRÍTICO
Los problemas vinculados al consumo de sustancias (alcohol, drogas legales e ilegales) están estrechamente relacionados con los trastornos de salud mental. En muchos casos, coexisten y se retroalimentan, generando cuadros complejos que requieren un abordaje interdisciplinario e interinstitucional.
Organismos como la Junta Nacional de Drogas, si bien han desarrollado programas de prevención y tratamiento, continúan enfrentando dificultades para lograr respuestas sostenidas y sostenibles. El estigma hacia las personas con consumo problemático sigue siendo una barrera para su recuperación.
¿Y LA SALUD MENTAL EN EL TRABAJO?
Un aspecto creciente en el debate público es la salud mental en el ámbito laboral, donde el estrés, el agotamiento (burnout), la violencia psicológica o el acoso laboral se han vuelto cada vez más frecuentes.
La Ley de Acoso Moral en el Trabajo, aprobada en 2023, es un paso positivo, pero aún falta una cultura de prevención en las empresas y un sistema de apoyo real para los trabajadores que sufren afecciones emocionales o psicológicas.
UNA AGENDA ABIERTA
La salud mental en Uruguay exige una política de Estado sostenida, intersectorial y con perspectiva de derechos humanos. El desafío no se limita al sistema de salud: involucra a la educación, el trabajo, la vivienda, la justicia y la cultura.
Algunos de los puntos clave para avanzar en esta agenda incluyen:
• Mayor presupuesto específico para salud mental (actualmente menor al 5% del gasto total en salud).
• Descentralización efectiva de los servicios de atención.
• Fortalecimiento de los equipos interdisciplinarios.
• Acceso gratuito y rápido a consultas psicológicas y psiquiátricas.
• Campañas de sensibilización para eliminar estigmas.
• Integración de la salud mental en la formación docente, policial, judicial y sanitaria.
• Aceleración del cierre de colonias psiquiátricas y desarrollo de dispositivos comunitarios.
+DATOS
Uruguay ha comenzado a transitar el camino hacia un enfoque más humano e integral de la salud mental. Pero aún queda mucho por hacer para garantizar que nadie quede solo en su dolor ni excluido por su padecimiento. La salud mental no es un lujo ni un tema marginal: es parte del derecho a vivir con dignidad.
Como sociedad, el desafío es colectivo: escuchar más, estigmatizar menos y construir redes de cuidado que nos permitan sanar juntos.
Si usted o alguien que conoce está atravesando una situación de crisis emocional o idea suicida, puede comunicarse de forma gratuita y confidencial con la Línea Vida: 0800 0767 (24 horas).


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